El cerebro humano

Noticia publicada el 19-04-2019

Hay unos períodos antes y después del nacimiento en los que el cerebro se desarrolla a una velocidad increíble. Es en esta época cuando las células nerviosas del cerebro desarrollan sus conexiones con otras neuronas para formar los circuitos nerviosos. Según Nils J. Bergman (www.kangaroomothercare.com) la mayoría de los mamíferos tienen ya al nacer el 80% del desarrollo cerebral que tendrán de adultos. En cambio, en los seres humanos, el recién nacido, sólo tiene al nacer más o menos el 25% de dicho desarrollo, y sólo alcanza ese 80 % a los 21 meses de la concepción, es decir 12 meses después de haber nacido.

El crecimiento del cerebro está determinado genéticamente durante las 10 ó 14 primeras semanas de gestación; y a partir de ahí los caminos no están pautados genéticamente y opciones se realizan según el estado de la criatura: si está en estado de alerta, en el ‘modo de supervivencia’, o si está en estado relajado creciendo.

El bebé humano al nacer, dispone de más sinapsis en su cerebro que en ningún otro momento de su vida. Su desarrollo es un proceso que consiste en suprimir ciertas sinapsis y desarrollar otras para crear los ‘caminos’ neurales. Estos últimos pueden ser buenos o malos, en función de las sensaciones y experiencias vividas por el recién nacido. Y aquí es donde entra el doble impacto (el del nacimiento traumático y el de la separación de la criatura de su madre después del nacimiento) en la formación del sistema neurológico. Las asociaciones que se producen en las primeras etapas de la vida contribuyen a decidir qué sinapsis viven y cuáles mueren (Daniel Alkon).

Según el Dr. Allan N. Schore “las complicaciones que suceden durante el nacimiento afectan a la personalidad, a la capacidad relacional, a la autoestima, y a los esquemas de comportamiento a lo largo de toda la vida. Si a ello se le añade el rechazo de la madre y la ausencia de unión con la madre (‘bonding’), podemos constatar una fuerte correlación con un comportamiento criminal y violento. La creación de nidos en los hospitales y el aumento de la frecuencia de las separaciones precoces de la madre son correlativas a los problemas de vinculación afectiva, al abandono de la madre, y al aumento de comportamientos adictivos (necesidades orales del bebé no satisfechas)”. El ‘apego’ materno afecta a la parte derecha del cerebro que regula todos los mecanismos relacionados con el control de las emociones, y sostiene que el trauma y el estrés en las criaturas, provocado por la separación prematura, puede impedir ‘el desarrollo óptimo del cerebro’ en esa etapa crucial que va de los 0 a los tres años.

Según Lloyd de Mause, los traumas provocados por el desamparo pueden dañar severamente el hipocampo, matando neuronas y causando lesiones; y que este daño está causado por la liberación de una cascada de cortisol, adrenalina y otras hormonas segregadas durante el periodo traumático, que no sólo dañan a las células cerebrales sino también la memoria y ponen en marcha una desregulación duradera de la bioquímica cerebral. Además, la abundancia de repetidas oleadas de estas sustancias químicas y hormonas en el cerebro es la causa de la reducción de la producción normal de serotonina, siendo, según este autor, un nivel bajo de la misma, el indicador más importante de violencia, relacionada con tasas altas de homicidios, suicidios, piromanías, desórdenes antisociales, automutilaciones y otros desórdenes agresivos.

Nils Bergman, en base a los estudios de la neurología, asegura que la falta del ‘bonding’, de la unión con la madre, produce un impacto de por vida, que ya fue observado y descrito hace ya más de 30 años por Michael Balint en el análisis psíquico; lo llamó ‘Falta Básica’, producida por la ruptura del primary love. Sobre esta herida, dice: su influencia se extiende ampliamente, y es probable que lo haga a toda la estructura psicobiológica del individuo y que abarque en varios grados tanto su psique como su cuerpo. Balint asegura que la herida psíquica de este impacto alienta una gran ansiedad y se mantiene altamente activa toda la vida.



Restaurar el paradigma biológico original: Nunca separar a la madre del recién nacido

El Método Madre Canguro comenzó para los prematuros y así es como todos los recién nacidos deberían ser tratados, consiste en estar en contacto piel con piel la madre y el recién nacido, para mantener el calor, favorecer la lactancia materna y el amor. El contacto piel con piel con la madre es el hábitat requerido por la pequeña criatura humana y un derecho fundamental del recién nacido. “Debería ser una prioridad en salud pública preservar ese derecho”- Nils Bergman (2005).

Cuando se separa al recién nacido del cuerpo de su madre, se van elevando las hormonas del estrés hasta detectar un aumento del hasta el 50%. En los neonatos que están en las incubadoras, y cuyos niveles se pueden tomar en sangre (se les hacen muchos análisis), los glucocorticoides suben hasta niveles peligrosos para el cerebro. Se ha demostrado que estos niveles hormonales bajan si se les aplica un masaje, si se le acaricia o se pone música relajante. Pero los niveles solo se normalizan cuando se le coloca al bebé en los brazos de su madre, al recuperar su hábitat normal, deja de activar los mecanismos de defensa y de supervivencia.

El cumplimiento de las recomendaciones de la OMS para el nacimiento y la lactancia, es esencial para la recuperación del paradigma biológico original. Según la Organización Mundial de la Salud:

• Cuidar el entorno favorable para el parto, respetar la intimidad, luz suave, el silencio.

• Se recomienda caminar durante la dilatación, y cada mujer debe decidir libremente qué posición adoptar. No se recomienda la posición dorsal de litotomía (acostada  sobre la espalda y con las rodillas flexionadas y separadas) durante la dilatación y el expulsivo.

• Evitar el uso de medicación durante el trabajo de parto. Para el manejo del dolor usar preferiblemente métodos no farmacológicos. Evitar el uso de la epidural como método de rutina para el alivio del dolor en el parto. Su utilización en forma rutinaria medicaliza el parto innecesariamente. Se ha comprobado que prolonga el tiempo de dilatación, incrementa el riesgo de mala presentación de la cabeza del bebé, alarga el parto y aumenta la probabilidad de forceps, ventosa y cesárea.

• No realizar episiotomía de rutina.

• Incentivar el contacto piel con piel en las dos primeras horas postparto y fomentar la lactancia materna precoz.

• La observación del recién nacido, no justifica la separación de su madre. Cuando el niño esta con su madre, piel con piel, ambos regulan su temperatura y sus constantes vitales funcionan de modo sincronizado, se comportan como una unidad.

 

El respeto a la fisiología durante el parto y el respeto a la naturaleza van unidos. Según M. Odent, en aquellos grupos humanos donde la estrategia de supervivencia no era dominar la Naturaleza ni a otros grupos humanos, no eran perturbados los procesos fisiológicos. Sin embargo cuanto mayor es la necesidad de desarrollar las capacidades agresivas en una sociedad dada, más agresivos son los rituales y las creencias en el periodo cercano al nacimiento. Odent en su libro el “Bebé es un mamífero” cuenta que los Kung San y los Efe Pigmeos (Selva Ituri del Zaire), estudiados poco antes de su desaparición, tenían una estrategia de supervivencia que consistía en vivir en armonía con el medio y con el ecosistema; este grupo tenía un instinto ecológico bien enraizado y en particular un profundo respeto por los árboles. Según Jean Pierre Hallet, ellos no tenían creencias y rituales que pudieran perturbar el parto y el primer contacto entre la madre y el recién nacido.

Vandana Shiva ha puesto la voz de alarma ante la biotecnología que pretende controlar y patentar semillas y la tecnología en el embarazo y el parto que transforman a la mujer en recipiente, rompiendo el vínculo orgánico entre la madre y el hijo.•

 

Extracto de
Ecología y Maternidad.
Recuperando el paradigma biológico original.
de María Jesús Blázquez García

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